Tras la soberbia y agónica banda sonora que Thom Yorke compuso para el remake que Luca Guadagnino hizo del clásico de Dario Argento, “Suspiria”, el músico de Radiohead publicó “Anima”. Se trata del tercer trabajo de Yorke en solitario fuera de las colaboraciones y proyectos de encargo después de “The Eraser” y “Tomorrow’s Modern Boxes”.
La particularidad, y la nueva vuelta de tuerca en la innovación promocional de un trabajo relacionado con Radiohead vino de la mano de la plataforma de pago Netflix que, en junio de 2019, anunció el acompañamiento de tres de los temas finalmente publicados en “Anima” (“Not the news”, “Traffic” y “Dawn chorus”) dentro de su oferta de contenidos, con el formato de un cortometraje musical dirigido por Paul Thomas Anderson. Un “one-reeler” según anunciaba el teaser de la obra o, lo que es lo mismo, una pieza de unos 12 minutos que en el cine mudo se correspondía a un rollo de película analógica de la época. La colaboración entre Anderson y Radiohead parece ya imparable. Johny Greenwood ha compuesto varias bandas sonoras del director y éste ha dirigido algunos de los últimos videoclips y directos del grupo. En “Anima” también nos encontramos de nuevo con las alquimias sonoras de Nigel Godrich, “el sexto miembro de Radiohead”, primero ingeniero de grabación de la banda en los noventa, luego productor de sus mejores trabajos desde “OK Computer”.
“Anima” de Yorke y Thomas Anderson comienza con un plano en movimiento desde el interior de un túnel por donde se desplaza, como veremos después, el convoy de un metro. En ese terreno nos vamos a mover durante los siguientes doce minutos: en el subterráneo, en el subconsciente, en definitiva, en el poroso territorio de los sueños donde las angustias se amplifican y todo anhelo puede transformarse en aparente realidad. “Not the news” es el tema de apoyo elegido para acompañar las imágenes. Vemos a Thom Yorke dentro de un vagón junto a otros, indicado por su actitud y aspecto, ciudadanos de camino a la jornada laboral. En este hormiguero humano sombrío vemos a seres simétricos, que visten ropas de colores apagados que amagan una coreografía dentro del vagón y, de repente, el destello de una mirada furtiva entre dos viajeros y un principio de sonrisa (las de T. Yorke y la mujer que le acompañará después en el exterior del subterráneo). Un maletín de trabajo va pasando de manos, confundiendo a los viajeros con momentos cómicos (es inevitable pensar en “Tiempos Modernos” de Chaplin o en algunas películas de Jacques Tati en las que los protagonistas chocaban con la materia y entre sí, y funcionaban a golpe de gag). Los roces entre los trabajadores y sus movientos se enuncian con las coreografías que el belga Damien Jalet (responsable de los bailes del remake de “Suspiria”) preparó para el cortometraje de Anderson.
Si en el anterior trabajo de Yorke,”Tomorrow’s Modern Boxes”, el músico coqueteaba con el tecno minimal y los paisajes sonoros ambientales vinculados estrechamente a imágenes creadas para los videos o para las ilustraciones de la portada y libreto que acompañaba a la obra, en las bases rítmicas sintéticas y cortantes de algunos temas de “Anima” parece haber encontrado inspiración en Dj Shadow, Flying Lotus y Aphex Twin. Desde hace años, Yorke, lleva mostrando interés por la electrónica del sello Warp y discográficas sucedáneas, por lo que este cambio de piel sonoro resulta del todo coherente.
Los trabajos del músico inglés cada vez son más especiales e interesantes, juegan con lo interactivo y la experimentación de la parte visual, introducen la sensibilidad por la danza contemporánea (recordad el video en blanco y negro para el “Lotus Flower” de Radiohead en 2011 con las coreografías de Wayne McGregor), reflejando sus inquietudes creadoras. Un concepto de la música con múltiples ramificaciones en otras artes similar, cada vez más, al que tiene Björk.
José Martín S
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